SU AUTORÍA

EL POSIBLE AUTOR, MATEO DE ZUÑIGA, EN EL MARCO DE LA ANTIGUA GUATEMALA DE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVII

Frente al éxito que parece que llegaría a gozar como escultor y retablista, existen testimonios de hechos y circunstancias nada felices en la vida familiar de Mateo de Zuñiga. En primer lugar, conocemos su condición de hijo ilegítimo de Juan del Castillo y Francisca de Zúñiga. Se casó en tres ocasiones pero con ninguna de sus esposas tuvo hijos y con al menos dos de ellas mantendría unas relaciones conflictivas, posiblemente motivadas por el fuerte temperamento del artista y por el carácter endogámico o de conveniencia de estas uniones. De este modo, Zúñiga mantuvo un pleito por la dote que trajo su primera mujer, Mariana de Miranda, a través de la cual emparentó con el escultor Pedro de Mendoza. Con posterioridad contrajo matrimonio con Lorenza de Godoy y, tras ella, con Catalina Diéguez, familiar de otro maestro local, Nicolás de Morga Arteaga. Catalina huyó en dos ocasiones de la casa conyugal e interpuso una demanda de divorcio que provocaría su separación. En su testamento de 1678 el imaginero nos informa de estos hechos, quejándose de los bienes que le había arrebatado su esposa tras su marcha y de que la misma había declarado “cosas siniestras” sobre él.  Berlin dice asimismo que la mala administración de sus bienes llevaría al imaginero incluso a entrar en prisión. De hecho, aunque llegó a tener esclavos, parece que su economía no fue nada boyante en los últimos años de su existencia, que llegaría a su fin en Enero de 1687.

Esta vida un tanto desordenada no imposibilitará que mantuviera unas buenas relaciones con el estamento eclesiástico. En especial, son llamativas las vinculaciones con la orden mercedaria. Así, vivió durante algún tiempo en una casa cedida por el Convento de Nuestra Señora de la Mercedes, cenobio donde se mandaría enterrar y para el cual realizó algunas obras, como el Nazareno y, quizás, el Cristo de la Agonía, ambas hoy en la iglesia de la Merced de la nueva capital. Junto a ello, hay que decir además que una sobrina, Leonor de Bracamonte, a la que nombra como única heredera en el aludido testamento, fue beata mercedaria.

En relación a su faceta profesional, la importancia de su taller está demostrada por el hecho de que se le conozcan un buen número aprendices, hasta ocho entre 1648 y 1683, como documenta Berlin.

Sobre su producción documentada, hay que resaltar las múltiples referencias a esculturas y retablos salidas de su taller, aunque la mayor parte ha desaparecido o no ha sido identificada. Así, el primer encargo que se le conoce es de unas imágenes de San Luis de Francia y Santa Isabel de Hungría para la Orden Tercera de San Francisco de la ciudad de Santiago en 1640. También para la Antigua Guatemala, al margen de la talla de Jesús de la Merced, de 1654, de que luego hablaremos, contamos con otras piezas fechadas: el túmulo para las honras fúnebres de Felipe IV, levantado tras la muerte del monarca en 1665, el aderezo de los retablos de Nuestra Señora de la Antigua y Santo Tomás de la iglesia de Santo Domingo en 1670 y el sagrario y retablo-baldaquino de la Catedral (1678-1680).

El último de los trabajos reseñados debió de ser uno de los más significativos de su trayectoria, siendo además una elocuente muestra de su prestigio como artista. Es llamativa la riqueza de materiales con que fue ideado: ébano, carey, bronce dorado y marfil. Era un templete “de cuatro rostros”, sostenido por dieciséis columnas y rematado por una media naranja. La iconografía incluía las figuras de la Virgen y los apóstoles, así como doce relieves con la representación de los evangelistas y diversos pasajes bíblicos relacionados con la Eucaristía.
          
Para la misma ciudad consta que ejecutó el retablo mayor del convento de Santa Catalina y el de la Natividad para el Convento de la Concepción. Para este último talló también un Santo Sepulcro, el cual en 1678 estaba concluido, según expresa en su testamento de ese año, aunque había sido concertado doce años antes. En esta última voluntad se mencionan igualmente una serie de piezas sin hacer o terminar.

Diremos, por último, que Chinchilla Aguilar le documenta un San José, conservado en la iglesia parroquial de Villa Nueva.
CRISTO DE LA AGONIA
IGLESIA DE LA MERCED DE GUATEMALA
ATRIBUIDO A MATEO DE ZUÑIGA
           
En cuanto a atribuciones, una muy antigua, debida a García Peláez es la del Nazareno de la Candelaria, aunque acertadamente ha sido cuestionada por algunos autores, considerándose anterior y creación de Juan de Aguirre. Más atinada consideramos que es la adjudicación a su gubia del interesante Cristo de la Agonía de la iglesia de la Merced. Igualmente, parece cercano a su estilo el Nazareno del Rescate, venerado en la iglesia de Santa Teresa. Tanto éste como los Nazarenos de la Merced de Antigua o el de los Milagros de la ciudad de Guatemala, que vienen siendo atribuidos a Alonso de la Paz, repiten con leves variantes el modelo del documentado Jesús de la Merced, por lo que planteamos la posibilidad de que todos ellos hayan salido de su taller o, al menos, de su círculo más inmediato.

Merece un comentario aparte la referida imagen de Jesús Nazareno de la Merced, ya que será la comparación con el portuense Jesús de los Afligidos la base de la atribución a Mateo de Zúñiga de esta última talla.


JESUS DE LA MERCED DE GUATEMALA
MATEO DE ZUÑIGA, 1654

La cofradía que le rinde culto se funda en 1582 en el convento de Nuestra Señora de las Mercedes de Santiago de Guatemala, hoy Antigua. Se trataba de una cofradía fundada por españoles residentes en la ciudad colonial que, en un principio, aglutinaba a los miembros de su élite política y económica. La imagen titular actual se contrata en 1654 a Mateo de Zúñiga. Su policromía fue realizada por José de la Cerda. El 27 de marzo de 1655 se bendijo y colocó en el altar de su capilla. Fue tal el éxito devocional que supuso entre los guatemaltecos y otros pueblos próximos que el 5 de agosto de 1717 el obispo de Guatemala, Juan Bautista Álvarez de Toledo, consagró a la imagen. El 7 de julio de 1778, a causa del último terremoto que asola Santiago y arruina el convento, habrá que trasladar la imagen y su cofradía a la nueva capital, donde se ha conservado hasta nuestros días.

ANALISIS MORFOLOGICO Y RASGOS COMUNES DE LAS IMAGENES DE JESUS DE LOS AFLIGIDOS Y EL NAZARENO DE LA MERCED DE GUATEMALA


Tanto Jesús de los Afligidos como el Nazareno de la Merced de Guatemala están concebidos para ser vestidos, con brazos articulados en hombros, codos y muñecas. Aunque tórax, abdomen y piernas están tallados, las partes completamente anatomizadas son la cabeza, parte superior del torso, antebrazos, manos, parte inferior de piernas y pies.

Las dimensiones son similares (Jesús de los Afligidos mide 165 cms. de altura, poco más que la del guatemalteco, 160 cms.). Se representan en actitud itinerante, erguidos pero encorvados.

La cabeza se ladea hacia su derecha para dejar espacio al madero apoyado en su hombro izquierdo, lo que provoca una ligera inclinación de esa zona y una extensión de la musculatura del lado izquierdo del cuello, creando cierta asimetría en la figura que proporciona mayor fuerza y belleza plásticas. Otro detalle de gran interés es la factura del cráneo: liso, sin tallar, concebido para ser cubierto con cabellera de pelo natural, insistiendo en ese afán de pretendido realismo para impactar más en los fieles.

En el rostro, alargado y de composición ligeramente triangular destacan los siguientes rasgos: amplia frente, ceño fruncido entre cejas levemente arqueadas, fosas orbitales amplias con ojos grandes pintados en la madera bajo, mirada dulce y compasiva dirigida hacia abajo y su derecha. Las narices son rectas y con fosas nasales muy abiertas. Sus pómulos prominentes. El surco nasolabial está muy marcado entre los extremos del bigote partido. Labios finos enmarcan una boca ligeramente entreabierta permitiendo observar algunos dientes del maxilar superior y la lengua. La barba, poco poblada y bífida ocultando el mentón prominente, y el bigote discontinuo están tallados con detallismo en rizos y curvas. Otro detalle interesante es la talla pormenorizada de las orejas.

JESUS DE LA MERCED (izq) Y JESUS DE LOS AFLIGIDOS (drch)


La parte superior del cuerpo está tallada en un único bloque componiendo tórax y abdomen, al que se unen cuello y cabeza y se ensamblan las extremidades superiores e inferiores. El resto del cuerpo es fijo para no modificar la postura tan típica ni el giro de torso y cuello.

Las manos, trabajadas en el mismo bloque que los antebrazos, son delgadas, expresivas y nervudas. Aunque en ellas se marcan con gran realismo tendones, huesos y venas, simulan apoyarse en el madero con suavidad y elegancia, simbolizando aceptación de la voluntad del Padre. Sus dedos, semiflexionados (particularmente los meñiques), son afilados, largos y rígidos. En las palmas se aprecian los músculos y pliegues naturales así como restos de sangre. Los dorsos muestran las venas muy dilatadas, reflejando el esfuerzo de cargar con el madero.


JESUS DE LA MERCED (izq) Y JESUS DE LOS AFLIGIDOS (drch)

En cuanto a las extremidades inferiores,  las piernas están abiertas y unidas a la cadera aunque dispuestas simulando una amplia y valiente zancada que refleja desplazamiento y amplían la base de sustentación. La derecha se retrasa y queda flexionada hacia atrás, con su pie correspondiente levantado y apoyado únicamente sobre las falanges de los dedos, dando la impresión de tomar impulso para continuar la marcha. Aunque apenas se aprecian bajo las túnicas que visten estos Nazarenos, podemos comprobar que ambos tienen unos pies egipcios debidamente esculpidos con gran naturalismo, mostrando un estudio anatómico detallado en la representación de dedos, huesos, músculos y algunos tendones (interesante, la articulación del tobillo).

JESUS DE LA MERCED (izq) Y JESUS DE LOS AFLIGIDOS (drch)


Respecto a la policromía, sabemos que el cuerpo del Nazareno mercedario está pintado con temple en color blanco y que el proceso de encarnadura en la piel de rostro, cuello, manos y pies fue el usual: sobre un encarnado pálido destaca la pintura a base de óleos y aceites en los detalles de ojos, cejas, labios, uñas, pelo y sangre. La imagen de Jesús de los Afligidos presenta igualmente una encarnadura pálida y brillante que,  tras la última restauración, otorga un aspecto demacrado al rostro. La combinación de pigmentos (con predominio del blanco  y el amarillo ocre con ligeros trazos de bermellón y ámbar oscuro) y aglutinantes (en varias capas dependiendo de la zona, a base de colas, sulfato cálcico y óleo muy rebajado)indican un procedimiento pictórico semejante al seguido en la talla del Nazareno de Guatemala. También es común en ellas el hecho de que rostro, cuello, manos y pies presenten las mismas excelentes calidades, muy superiores a las policromías de las partes no visibles. Se ha apreciado también, en el caso de la talla de El Puerto, que muchas huellas de sangre (hilos y gotas distribuidos por frente, sienes, cuello, pómulos, manos y pies) eran originales y ha aparecido baja otras capas de pintura del rostro hasta el detalle de una lágrima sobre la mejilla izquierda. En cuanto al hecho de presentar las palmas de ambas manos totalmente cubiertas de gotas o regueros de sangre en ambos Nazarenos, hemos comprobado que era una práctica habitual en algunos escultores guatemaltecos no sólo policromar la sangre en las partes visibles del cuerpo sino también en zonas menos apreciables, como es el caso de las manos de éstos. A este tipo de imágenes, por el hecho de simular abrazar la cruz y ocultar las palmas, raramente se les policromaba con sangre esa zona. He aquí otro rasgo diferenciador más para la consideración de la procedencia guatemalteca de Jesús de los Afligidos. Se conoce el nombre del policromador del Nazareno de la Merced: José de la Cerda. Atendiendo a todas estas afinidades, podríamos preguntaros si fue éste quien policromara también la imagen de Jesús de los Afligidos.

Además de las cuestiones cronológicas y las características morfológicas comentadas, resulta evidente que desde un punto de vista estrictamente estilístico, ambas imágenes son barrocas y han sido tratadas con gran realismo en la interpretación de los detalles anatómicos pero sin estridencias ni excesos dramáticos, compatible con una dosis de naturalismo idealizante en la expresión de sus facciones que emanan nobleza, dignidad y serenidad y reflejan dolor contenido y silenciado. El dinamismo de la postura inclinada del cuerpo, el giro del cuello y cabeza hacia su lado derecho, la disposición de las piernas y la notable expresividad de rostro y manos son otras particularidades presentes en las imágenes titulares de ambas hermandades de penitencia. Notas estilísticas todas ellas que también nos ayudan a concluir en una misma autoría para ambas imágenes, pues sería difícil atribuir a la influencia de estampas o grabados que circulasen entre distintas regiones e incluso países alejados dichas similitudes.

CONCLUSIONES

Después de realizar una paciente y metódica investigación basada en un estudio morfológico en profundidad y observar detenidamente detalles de estilo, expresión, formas, material y técnica empleados, policromía, etc., así como efectuar comparaciones con otras tallas ya documentadas y relacionar datos históricos, nos atrevemos a exponer una serie de conclusiones acerca de la cronología y autoría de una obra tan interesante desde el punto de vista artístico como es el titular de la hermandad portuense de los Afligidos.

De carácter histórico.

Atendiendo a los orígenes de la imagen de Jesús de los Afligidos, hay que tener en cuenta, principalmente, los siguientes aspectos:

- La Orden Tercera de San Francisco compra y construye nueva capilla en esta iglesia conventual de El Puerto a partir de 1673. En ella se veneraba esta talla.

- D. Tomás de la Cerda, ministro de esa Orden Tercera, es virrey de Nueva España entre 1680 y 1686. En 1688 regresa a El Puerto con su esposa, tras ejercer labores de mecenazgo allí.

- Documentos históricos de fines del siglo XVII aluden a Jesús de los Afligidos en San Francisco: libros parroquiales (1692), testamento (1695), publicación de epigrama latino dedicado a esta imagen (1699)

Respecto al Nazareno de la Merced de Guatemala, destacamos:

- Mateo de Zúñiga, escultor estuvo activo en Guatemala desde 1640 hasta 1687, entrega una imagen de Jesús Nazareno para el convento guatemalteco de la Merced en 1655.

- Fray Payo Enríquez de Ribera, primo de D. Tomás de la Cerda, ocupa 3 cargos en aquellas tierras durante la segunda mitad del siglo XVII: obispo de Guatemala (1657-1667), arzobispo (1668-1680) y virrey de Nueva España (1673-1680).

- El Reino de Guatemala, pertenecía entonces al virreinato de Nueva España.

- Probada vinculación artística El Puerto con Nueva España y de ésta con los talleres de imaginería de Guatemala.

Análisis morfológico y estilístico.

En referencia a los rasgos comunes de ambos Nazarenos debemos tener en cuenta:

- Similitud en medidas y posturas.

- Cráneo liso, sin tallar, para ser cubierto con cabellera natural.

- Muy parecidos rasgos anatómicos, tanto faciales (composición del rostro, tipo de ojos, nariz, orejas, boca, etc.) como en manos y pies.

- Idéntico tratamiento de barba y bigote.

- Cuerpos anatomizados y policromados de peor calidad que las partes visibles. El primitivo de Jesús de los Afligidos pudo ser sustituido por el actual o bien proceder de Guatemala sólo cabeza, manos y pies (tórax y abdomen, de cierta antigüedad, podría haber sido realizado en algún taller de El Puerto entonces o después).

- Semejante tipo de policromía atendiendo a pigmentos y aglutinantes  empleados. Encarnadura pálida, expresiva y de excelente calidad en ambas imágenes.

- Analogía en características de estilo: realismo, dinamismo, expresividad...

Por todas estas razones podemos concluir que las imágenes de Jesús Nazareno de la Merced de Guatemala y Jesús de los Afligidos de El Puerto proceden de un mismo taller de escultura, el que mantuvo abierto en la Antigua Guatemala el imaginero Mateo de Zúñiga entre 1640 y 1687.

Francisco González Luque y José Manuel Moreno Arana